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viernes, 24 de abril de 2020

Juan de Mariana (La Sierra de San Vicente y sus virtudes) - García Loaísa y Antonio Calderón



JUAN DE MARIANA

Junto con Baltasar GraciánPedro de RibadeneyraJuan Eusebio Nieremberg y Francisco Suárez, configura un ejemplo muy representativo de los escritores e intelectuales españoles de la Compañía de Jesús durante el Siglo de Oro.
   
Juan de Mariana


Sus dos obras más importantes


Historiae de rebus Hispaniae (Historia General de España)

La obra se extiende desde la más remota antigüedad hasta la época de los Reyes Católicos. Juan de Mariana fue un historiador obsesionado con la verdad y que apuró la crítica de los cronicones anteriores hasta donde era posible en su tiempo; aunque escribe en el latín internacional de la época


De rege et regis institutione (Toledo, 1599)
Expone en primer lugar cómo ha de ser una monarquía y los deberes del rey, que ha de subordinarse como cualquier vasallo a la ley moral y al estado, y después expone la educación del príncipe cristiano siguiendo de cerca las teorías de Erasmo de Róterdam en su Enchiridion.

Propone como máximo valor de un monarca la virtud cardinal de la prudencia, en su sentido aristotélico y sobre todo ha de impedir que los impuestos asfixien a las clases productoras del país. Inspirándose en Santo Tomás de Aquino, justifica como éste la revolución y la ejecución de un rey por el pueblo si es un tirano.
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_Mariana


Mural Cerámico en Talavera de la Reina (Toledo)


Archivo (Pdf)

Prefacio: Cosa que se dice o se escribe como introducción para lo que es el asunto principal de un discurso o tratado.
Sinónimos: Preámbulo, prólogo….
   

De rege et regis institutione (Toledo 1599)
(Del Rey y de la Institución de la Dignidad Real)


PREFACIO DIRIGIDO A FELIPE III, REY CATÓLICO DE ESPAÑA.
En los confines de los montes Carpetanos, de los Vetones y de la antigua Lusitania, se halla situada una noble y rica ciudad, cuna de insignes ingenios, conocida por Tolomeo con el nombre de Libora, por Livio con el de Ebora, en tiempo de los godos con el de Elbora y actualmente con el de Talavera.

Ocupa una llanura que tiene de ancho cuatro mil pasos y mucho más por la parte superior, que se halla regada por abundantes aguas y principalmente por las del Tajo, célebre y famoso por sus brillantes arenas de oro, por su dilatado cauce y por los muchos ríos que lo enriquecen y le pagan tributo.

Las murallas de esta ciudad están al mediodía, y son de muy sólida construcción y con muchas y elevadas torres de un aspecto imponente. En alabanza de dicha ciudad, pues en ella nacimos, más conviene guardar silencio que decir poco.

Añadiremos, sin embargo, que en las inmediaciones de ella, y por donde se dirige el camino de Ávila, se eleva un monte que se separa de otros muy inmediatos, que tiene de circuito mil veinte y cuatro pasos, y que es en extremo fragoso y de difícil acceso. Está rodeado de aldeas, regado de frescas y abundantes aguas y cercado de tierras de labor.

En su cumbre y por la parte de mediodía se descubre una cueva, que se visita con veneración religiosa, y a la que se refugiaron Vicente y sus hermanos en el tiempo en que abandonaron a Elbora por temor de Daciano.


Cueva de los "Santo Mártires"

Cerca de esta cueva existían en otro tiempo un fuerte y templo con el nombre de Vicente, como monumento de su fuga, y construido no sólo por estímulos de religión, sino también con cómodas habitaciones, presentando por todas partes, tanto por su extensión, cuanto por la frondosidad de sus árboles seculares, un noble aspecto de amena majestad.

Es fama que en otro tiempo correspondieron a los templarios aquellos edificios, cuyo templo hoy es célebre, más que por otra cosa, por pertenecer a una abadía del arzobispado de Toledo.
Quedan hoy vestigios de la antigua y dilatada fábrica, de tal manera que se mantienen en pie las paredes, distinguiéndose apenas dos sepulcros notables por la novedad y atrevimiento de su forma.
Fuera de esto no hay más que una capilla, por cuya razón diría que no se conserva en veneración la memoria de aquella orden. En la falda de este monte y por el lado del norte se extiende una llanura cercada de colinas y notable por sus viejas encinas, en la que se descubre otra capilla toscamente construida, consagrada a la Virgen Nuestra Señora, nombre que en casi todos los pueblos comarcanos es objeto de especial devoción.

Junto a esta capilla hay una huerta con una fuente perenne, y dentro de aquella y alrededor hay castaños, nogales, ciruelos y aún moreras. Vestigios son estos de haberse dado culto a Diana (1), diosa tutelar de los bosques, según finge la antigüedad, como lo demuestra una lápida en que se lee la siguiente inscripción romana:

Togoti
L. Vibius
Priscus
Ex Voto

Yo creería que debería leerse Toxoti por el arco y la saeta, atributos con que frecuentemente se representa a Diana.
   
Diana la diosa virgen de la caza

Es admirable la suave temperatura de este lugar, cuando puede decirse que arden los campos y los pueblos abrasados por el calor ardiente del estío. Se puede pasar muy regaladamente, tanto de día cuanto de noche, sin detrimento de la salud ni molestia, debajo de un árbol o de una barraca.

Soplan suavísimos vientos no inficionados por miasmas maléficos; brillan por todas partes fresquísimas aguas; corren cristalinas fuentes, por lo que se dio a este lugar el nombre de Piélago (2). Alegrísimo es el aspecto del cielo, y el que nos ofrece el suelo, que espontánea y copiosamente produce y se engalana con el tomillo, la borraja, la acedera y la peonia, y mucho más con el helecho y el yezgo.
  
Arroyo Sierra de San Vicente

Por cuya razón la antigüedad apellidó Eliseos a estos campos, mansión de los bienaventurados; ¡tan hermosa perspectiva dieron a este monte los cielos en el verano! La ciudad y aldeas inmediatas abundan de todas las cosas necesarias para la vida, de frutas delicadas, como uvas, higos, peras de las más exquisitas, y de jamones de excelente calidad, de peces, de aves y abundantes carnes, de vino tan superior, que es capaz de hacer olvidar la patria.

Y es de admirar por otra parte que aquel paraje se halla muy poblado, y que en la estación del verano muchas gentes trasladan allí su domicilio, atraídas por la amenidad de los campos, por la suavidad del clima y por la abundancia de sus producciones. Pero los más reputan vanas la amenidad y las ventajas de los países, si éstas carecen de utilidad.

Calderón (3), distinguido teólogo y por su erudición canónigo de Toledo, quebrantada su salud por los trabajos y los achaques, vino, acaso aconsejado, a este monte un verano como a lugar a propósito para restablecer su salud; desde Toledo le acompañé, pues le trataba con la más íntima amistad, para que en aquella soledad tuviese con quien pasar el tiempo, entretenidos ambos en conversaciones instructivas y amistosas, en lo que encontrábamos no poco placer y esparcimiento: lo demás del tiempo lo empleábamos en el oficio divino, en la misa y en la lectura; era tanto el agrado de cuanto nos rodeaba y tan estrecha nuestra unión, que puedo asegurar que en mi vida he gozado de días más agradables.
     
Parajes Sierra de San Vicente

La habitación que ocupábamos era reducida y molesta; pero un buen hombre nada mezquino, que residía en una casa de campo inmediata a la nuestra, se brindó a construir para el verano próximo una modesta vivienda, arreglada a la idea que le dimos; pero que después de hallarse concluida, sería para nosotros comparable con los palacios de los reyes.

Ocupados nos hallábamos en nuestro proyecto, cuando recibimos cartas afectuosas de García Loaisa (4),nuestro paisano y maestro tuyo, ¡oh príncipe Felipe! a las que acompañaban las conferencias eruditas y elegantes que habías mantenido bajo la dirección de aquel acerca del arte gramática de Lorenzo. 
   
García Loaysa

Se hallaba presente Suasola, varón prudente y docto, que acostumbraba a venir a menudo desde la villa de Navamorcuende a confesarnos; su ingenio era claro y sus costumbres tan sencillas, que desde luego se echaba de ver que era un verdadero cántabro.

Acostumbrábamos, cuando el sol estaba próximo al ocaso, subir a la montaña, desde cuya cima nos deleitaba contemplar a tanta distancia los edificios de Toledo al través de una atmósfera serena, en la que no se divisaba la menor nubecilla. 

Recreados con tan bello espectáculo, tanto por la comparación de su tranquilidad con los excesivos calores de las grandes poblaciones, cuanto porque en estos parajes se respiran aires en extremo apacibles, nos dedicábamos por la noche al rezo, pronunciando alternativamente los versículos de los salmos.

Habiendo concluido nuestra tarea más temprano aquel día, contemplábamos bajo de una añosa encina, hendida en su tronco, de frondoso ramaje y gigantesca, cuya copa nos interceptaba los rayos de la luna, los árboles derribados por la fuerza a mano de los vientos, como sucede con muchos en los bosques.

Allí, como suele acontecer, y mostrando las cartas que habíamos recibido, hicimos mención de tus dos maestros el marqués de Velada (5) y García de Loaisa, varones esclarecidos, y tales y de tal mérito, que pocos ejemplos semejantes nos ofrece la edad presente; varones que pueden ser considerados como dechado de modestia, de prudencia, de apacible trato y de toda la gravedad de nuestros mayores; en cuya elección reconocíamos, y tuvimos ocasión de confirmar, la suma prudencia del rey, que tan acreditada se hallaba ya con insignes testimonios.

Desde aquel monte distinguíamos cómodamente, ya los dominios del de Velada, ya los predios patrimoniales de Loaisa. La modestia y el respeto nos impiden repetir cuanto acerca de esto dijimos.


Vistas de la Sierra de San Vicente

(1) En la mitología romana, Diana era la diosa virgen de la caza, protectora de la naturaleza y la Luna. Su diosa griega equivalente en la literatura es Artemisa, si bien en cuanto a culto era de origen itálico.
(2) Aquello que por su abundancia es dificultoso de enumerar y contar.
(3) Antonio Calderón: Canónigo magistral de la Catedral primada de Toledo
(4) García Loaysa y Girón : Gobernador Eclesiástico de la Archidiócesis de Toledo. Murió en Compluto (Alcalá) a 22 de febrero de 1599 a poco de haber sido nombrado arzobispo de Toledo.
(5) El marquesado de Velada es un título nobiliario español creado el 30 de octubre de 1557 por el rey Felipe II a favor de Gómez Dávila y Dávila, xi señor de Velada, vii señor de San Román, señor de Guadamora, sobre el señorío que su familia materna ostentaba en Velada, señorío que fue creado en 1294, al ser conquistado este territorio a los musulmanes.

¿Cuáles son las obligaciones de un monarca? ¿Qué debe hacer y cómo tiene que desarrollar su poder? ¿Cuál debe ser la relación con sus súbditos?
En este libro clásico, que nació como un compendio de consejos para el rey Felipe III, Juan de Mariana sentó las bases del pensamiento político moderno y trató de responder a estas y otras preguntas similares de una manera abiertamente opuesta a las tesis de Maquiavelo.

La obra que ahora presentamos, se escribió en la época de apogeo de los reyes autoritarios, con los siguientes objetivos: analizar y justificar las monarquías, exponer sus límites, educar al príncipe (se dirige al futuro Felipe III) y determinar sus obligaciones. Sin embargo, la polémica surgirá en lo concerniente a los casos en que el autor admite el tiranicidio, que ejemplifica con el caso reciente de Enrique III de Francia.

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