ARQUITECTURA POPULAR
La arquitectura popular constituye un patrimonio comunitario
que diversas generaciones, ya desde tiempos lejanos, han ido creando a partir
de sus necesidades, de los materiales con los que contaban en sus medios
respectivos y de las peculiaridades del paisaje que les tocó en suerte para
vivir.
Y, a partir de las necesidades y de los medios disponibles,
ha ido surgiendo un modo de belleza creado por el pueblo, por nuestros
campesinos, que nos habla a la vez de ese sentido estético que se aloja en el
ser humano y que éste expresa a través de materiales tan heterogéneos como el
adobe, el tapial, la paja, los entramados de ramas, la madera, el hierro o la
piedra, en una combinación de los mismos que conjuga lo práctico con lo bello,
aunque siempre nos encontremos con una belleza sobria, que surge como resultado
de la labor del hombre en su lugar y en su tiempo.
El paisaje es un bien natural, pero constituye también un
bien cultural. De ahí que esa configuración de los entornos de nuestros pueblos
tenga que ser respetada: los regueros, las presas de agua, los sotos y
arboledas, las callejas, los bosquecillos, las líneas horizontales y tan
sobrias de los páramos, las cortinas de sembradura con sus paredes, las hileras
de alisos o de chopos junto a los ríos, las callejas umbrías...
Casas de piedra, tejas y cal...
Fuentes de piedra...
Un pajar es una construcción dedicada
exclusivamente al almacenamiento de la paja. Suelen ubicarse los pajares a las
afueras de los núcleos rurales (generalmente cercanos a las eras) y de camino a las
zonas de estabulación del ganado, existiendo casos en los que se incluyen entre las
viviendas. Los pajares son edificaciones que evitan las zonas húmedas, o los
vientos, intentando que se conserve seca la paja en el interior.
Forman parte de los elementos constructivos de la arquitectura popular. Se construían
fundamentalmente de tapial pero con el zócalo de piedra para aislar la construcción de los efectos perniciosos de la humedad.
Su almacenamiento permite que pueda ser
empleada posteriormente, tanto en la alimentación del ganado de labor (mezclado con los piensos), como en el
acondicionamiento de los establos (estabulación). Los sobrantes de este doble uso ganadero
genera abono y compost, que finalmente se re-emplea en la siembra del año siguiente, cerrando de esta forma el
ciclo agrícola.
Paredes de piedras...
Naturaleza y vida...
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