Que vivía en un humilde "chozo" un aciano labrador y pastor, que apenas nada tenía...
Mal vivía con lo que sembraba para poder comer, y también con los frutos que recogía de distintos árboles, y de aquello que le daba el campo... junto con unas pocas cabras que tenía y que le daban leche y queso...
Un día pasó por allí un "ricachón" del pueblo, que tenía varias tierras junto al huerto del humilde labriego...
Le ofreció una bolsa con monedas para quedarse con todo, y que él se marchara a otro lugar...
- Solamente tengo lo que ve usted le contestó... y no tengo otro lugar a donde ir...
El hombre "ricachón" se enfureció... pues ansiaba juntar sus tierras con el huerto que se le interponía en medio de sus propiedades...
- Te arrepentirás de no habérmelo vendido...
Pasaron unos días y aquel hombre rico decidió desviar el agua del arroyo, que pasaba por una de sus fincas y así dejar sin agua al pobre labriego...
No contento con esto... prendió fuego a los árboles que tenía y a sus sembrados, aprovechando que el labriego se había acercado al pueblo para mal vender unas frutas que llevaba...
Pero aún así el pobre hombre resistía... bajaba a otro arroyo a por agua y subía... y volvía a bajar con cántaros de agua...
Pasaron unos días, y volvió a ver otra cruz... esta vez en una pared (antes no estaban ninguna de las dos...). Era la segunda advertencia... por el mal que había causado al incendiar premeditadamente, los árboles y las plantaciones de aquel pobre hombre...
Al día siguiente aquel hombre "ricachón", exhalaba sus últimos suspiros junto a una tercera cruz (la última), que tenía tres letras... y estaba muy cerca de su cuerpo yaciente...
T P S
(Ten Piedad Señor)
Y cuenta la leyenda... que siguen apareciendo cruces hoy en día por la carretera, que se construyó mucho después para subir y bajar desde la Sierra de San Vicente. La carretera del "Piélago".
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