domingo, 14 de mayo de 2017

Guadamur (Toledo) - X Jornadas Visigodas (13-05-17) - El Tesoro de Guarrazar

En octubre de 2013 pisé por primera vez… este bonito y turístico pueblo toledano, que enseguida me cautivó…
 
Guadamur es de aspecto tranquilo y bastante llano y accesible… en donde encontrarás entre otras cosas... el castillo más bonito de la Provincia de Toledo (arquitectónicamente hablando), La Ermita de Ntra. Sra. de la Natividad y también el Centro de Interpretación del Tesoro de Guarrazar.
 
Si visitas Toledo, no te olvides también de acercarte a Guadamur, ya que está a pocos minutos de la capital y seguro que te sorprenderá…
 
 
Y no te pierdas sus “Jornadas Visigodas”, en donde retrocederás en el tiempo… y disfrutarás de un ambiente festivo para toda la familia…
 
Guadamur es sin duda…
 
    Pueblo con “encanto”…
 
David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla-La Mancha
Guía por Itinerarios de Baja y Media Montaña
 
Guadamur (Google Earth)

Fotografías Satélite de Guadamur
 
 
Fotografía Satélite de Guadamur
(Google Earth)
 

Plano de Guadamur (Google Maps)

Guadamur (Un pueblo que debes conocer...)
 















Guadamur (Toledo) - Un gran castillo y Guía de lugares interesantes
http://elrealdesanvicente.blogspot.com/2013/10/guadamur-un-pueblo-con-una-historia.html?m=1
 

Castillo de Guadamur
 
 
El castillo de Guadamur se construyó en varias fases, la primera de ellas hacia 1470 y la segunda hacia 1520. Fue construido por órdenes del Conde de Fuensalida, para afianzar la protección de la zona, múltiples veces asediada: de 1446 a 1521 el lugar sufrió en varias ocasiones incendios y saqueos. 
El Castillo, así como el condado, fueron posesión de la familia Ayala, agraciada con el condado de Fuensalida en 1470 por el Rey Enrique IV de Castilla, pasando a la Casa de Velasco en el siglo XVII, en la persona de Don Bernardino Fernández de Velasco y Pacheco Téllez-Girón, VIII conde de Fuensalida. 
En el siglo XVIII, el título y la propiedad pasaron a formar parte del inmenso patrimonio de la Casa de Escalona, siendo después disputados por la XVI Duquesa de Osuna y el XVII Conde de Cedillo, descendiente matrilineal del II Conde de Fuensalida.

 
El edificio tuvo marcado carácter militar hasta el siglo XVIII, época en la que los Condes se trasladaron a su palacio toledano, junto a la iglesia de Santo Tomé, que hoy alberga la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. El castillo, junto a su función protectora, servía también como destino de descanso y de caza de la familia, aunque fue ideado como refugio seguro próximo a Toledo en caso de que los acontecimientos políticos así lo aconsejaran (en 1471, en 1473 y posiblemente en 1507 y durante la Guerra de las Comunidades).
Las Relaciones topográficas de Felipe II informan de que el castillo "tiene sus armas antiguas (...) y su alcaide con su salario". En 1637, 1641 y 1659 el rey Felipe IV ordenó al VI Conde de Fuensalida que le entregase todo el armamento disponible para atender a las necesidades bélicas de la Corona. Los distintos Condes estuvieron muy relacionados con el ejército: oficiales en la guerra de los Reyes Católicos con Francia, en San Quintín con Felipe II, en los ejércitos de Felipe IV, etc. El alcaide del castillo representaba al Conde en la toma de posesión de los cargos municipales y en la vida social de la villa, preferentemente en lo relacionado con la Iglesia, pero no en la administración jurídica y económica.

 
En 1880 tres vecinos de Guadamur deciden comprar el castillo a Don Bernardino Fernández de Velasco y Roca de Togores Pacheco y Téllez-Girón, XVIII Conde de Haro, descendiente de los Condes de Fuensalida. Durante esos años, estos tres vecinos alojan en él a pobres y necesitados, sin embargo, el deterioro del edificio era notable y las condiciones insalubres. Siete años más tarde, el 4 de mayo de 1887, Don Jerónimo López de Ayala y del Hierro, V Marqués de Villanueva del Castillo, descendiente de los Ayala, anima a su suegro, el IV Barón de las Cuatro Torres, Conde del Asalto, a comprarlo para su restauración y segunda vivienda; aquél como especialista en historia del arte y éste como medievalista.
El nuevo propietario, Don Carlos Morenés y Tord, IV Barón de las Cuatro Torres, había nacido en La Nou de Gaya (Tarragona) en 1835. Fue senador electo en la cámara alta por la provincia de Tarragona en las legislaturas 1876-77, 1884-85 y 1891-93. Estaba casado con Doña María Fernanda García-Alessón y Pardo de Rivadeneyra, VI Condesa de Asalto y Baronesa de Davalillo.
Tras los daños sufridos por el edificio en la Guerra Civil, fue el Marqués de Aguilar de Campoo quien llevó a cabo la última restauración.
En el año 2.000 D. Venancio Sánchez adquirió ésta propiedad, dedicándose desde entonces a restaurar el Castillo.


 
La torre del homenaje es un prisma de 30 m de altura con una base de 10 m por 15 m.
El patio de armas y palacio es de planta cuadrangular, de 20 m por 12 m. Los cuatro ángulos se rematan con torreones circulares. En la mitad de cada muro surge un prisma de base triangular, una punta de estrella, solución de refuerzo que es de las primeras en su género y antecedente de la arquitectura militar defensiva de los siglos XVIII y XIX. Palacio y torre son de mampostería granítica con piezas de sillería labrada. La planta baja del palacio (capilla, cocina, dependencias de servicio, etc.) tiene cubierta abovedada; la planta principal (dependencias y dormitorios) tiene estructura adintelada y presenta artesonados.
En la segunda fase se construyeron un segundo cuerpo de palacio, una barrera exterior defensiva y un foso.
En la reconstrucción del siglo XIX el Conde de Cedillo plasmó en unos frescos de la planta noble la excursión a Guadamur de los príncipes doña Juana y don Felipe (11 de julio de 1502).
Benito Pérez Galdós se refiere a esta restauración en su novela Ángel Guerra (segunda parte, capítulo III, sección VIII
 






Ermita de Ntra. Sra. de la Natividad
 


 
La ermita de Nuestra Señora de la Natividad es una ermita de Guadamur, en la provincia de Toledo, España. Situada en el cerro del mismo nombre, domina el pueblo desde el este y se encuentra muy cerca del castillo de Guadamur.
Es de estilo mudéjar temprano (siglos XIII-XIV). En la villa existía la tradición de una remota aparición milagrosa. La mención más antigua del culto en la ermita data de 1611. El cuadro que se venera en el altar era en su origen un icono bizantino que representaba a Santa Ana con la Virgen niña en los brazos. 

El cuadro actual ha sufrido constantes restauraciones y retoques a lo largo de su historia, de manera que queda muy lejos del original, que a su vez sería copia de otra pintura o de algún mosaico.


 
De la traza original de la ermita sólo se conserva el ábside semicircular de mampostería con esquinas de ladrillo por único adorno, y un par de arcos concéntricos ciegos, de herradura uno y de herradura apuntado el otro, de clara factura mudéjar. La cúpula de ladrillo se acopla al medio punto del arco toral de la nave, solución rarísima y de técnica rudimentaria, por aproximación de hiladas. La última reconstrucción es de 1976.
Del techo del ábside penden hoy sobre el altar las reproducciones de las coronas visigóticas del Tesoro de Guarrazar, hallado en Guadamur en 1858.
 











Centro de Interpretación
Tesoro de Guarrazar
 


 
El tesoro de Guarrazar es un tesoro de orfebrería visigoda compuesto por coronas y cruces que varios reyes del reino visigodo de Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Fue hallado entre los años 1858 y 1861 en el yacimiento arqueológico denominado huerta de Guarrazar, situado en la localidad de Guadamur, muy cerca de Toledo. Actualmente las piezas están repartidas entre el Musée Cluny, París, la Armería del Palacio Real, Madrid y el Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
 






 
Entre todas las piezas halladas, las más valiosas son las coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suintila (esta última fue robada en el año 1921 y aún no recuperada). Ambas de oro, engastadas con zafiros, perlas y otras piedras preciosas pulidas las cuales reciben el nombre de cabujones. Hay también otras coronas más pobres y más pequeñas y cruces votivas. También se hallaron cinturones, hoy desaparecidos.
 














 
La tradición de los talleres de orfebrería de la Península ibérica se remonta a la prehistoria, pero la de época visigoda está muy vinculada a la orfebrería bizantina. Se emplea la técnica de granates incrustados, que fue la preferida por los pueblos germánicos. Las letras de las coronas están ejecutadas con alvéolos de oro donde se han incrustado granates tallados en el hueco. Los adornos repujados de las aspas de las cruces son de tipo germánico, pero la forma de las coronas votivas es totalmente bizantina. Las coronas del tesoro son de tipo votivo, no aptas para ser lucidas como tocado.

 
Las presencia de joyas bizantinas en los tesoros visigodos era tan abundante, según los testimonios literarios, que en las iglesias de Mérida «había joyas para llenar varios carros» (Vidas de los padres emeritenses). Fuentes árabes testimonian que al entrar los musulmanes en Toledo, encontraron en la catedral una serie de coronas votivas que los reyes visigodos habían ido donando, y que muchas fueron fundidas en ese momento para aprovechar los metales nobles. 
Las joyas de la iglesia de Toledo y las del tesoro real fueron causa de envidias y graves disputas entre los conquistadores árabes. Una gran parte de estas coronas y cruces debieron ser escondidas por los clérigos visigodos, como ocurrió con las que estaban en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces.
 


 
Parte del tesoro de Guarrazar fue hallado por casualidad. En el año 1858 hubo unas lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento del terreno donde estaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces, en Guadamur, localidad distante 11 km de Toledo. Había sido ocultado en dos "cajas" revestidas de hormigón romano, que tenían una profundidad de 1,60 m y dejaban un hueco en cuadro de 0,75 m, junto al sepulcro de un presbítero llamado Crispinus. Cada uno de los depósitos tuvo un hallador distinto.
Fue el primero Francisco Morales, labrador de 40 años, quien desarticuló muchas de las joyas y vendió fragmentos y componentes en viajes frecuentes a los obradores de plateros toledanos. El francés A. Herouart, profesor en Toledo y amigo de Morales, adquirió las alhajas que este aún tenía en su poder y se hizo con la tierra donde apareció el tesoro. Herouart vendió las joyas a un diamantista, José Navarro, quien recompuso algunas coronas, rescatando lo que aún no habían fundido los plateros de Toledo



 
En 1859 Navarro viaja a París y negocia la venta de las ocho coronas y seis cruces pendientes al Gobierno francés. La venta se publicó en varias revistas galas. El rápido eco de la noticia en España desató la intervención de la Comisión Provincial de Monumentos, primero, y la del Gobierno de la nación, después, que inició la rápida reclamación diplomática, una investigación judicial y excavaciones arqueológicas en el lugar.
El segundo lote sufrió también continuadas mermas por ventas de su descubridor, Domingo de la Cruz. En marzo de 1861, ante la dificultad de dar salida a sus joyas, optó por obsequiar a la reina Isabel II las dos joyas que le quedaban, y entre ellas la corona de Suintila.
 



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Souvenirs... (Los tesoros que me llevo...)
 








PARA EL RECUERDO...
 










Para saber más de Guadamur...
 


 
 


MI DEDICATORIA FINAL...
 

 
Guadamur (Toledo) - X Jornadas Visigodas (13-05-17) - El Tesoro de Guarrazar
https://youtu.be/3IPt56xdbkw

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