domingo, 14 de diciembre de 2025

Barcos y Barcas (Fantasías de acuarelas y más) - Pintores Toledanos IA

Barcos y Barcas (Fantasías de acuarelas y más) - Pintores Toledanos IA

 
Cuando el lienzo despierta
 
Hay pintores que dejan
barcas dormidas en el mar,
maderas quietas,
velas suspendidas en un viento
que solo existe en el óleo.
 
Pintan silencios salados,
azules profundos,
reflejos que esperan
unos ojos capaces de creerlos vivos.
 
Y entonces aparece él,
promotor de horizontes
en la Provincia de Toledo,
sin costa, pero con alma de puerto.
 
No toca el pincel,
pero despierta los colores.
No añade pintura,
pero enciende los matices.
 
Con su palabra,
el mar comienza a moverse.
Con su mirada,
las barcas recuerdan para qué nacieron.
 
Donde había quietud,
surge travesía.
Donde había cuadro,
nace experiencia.
 
Es una simbiosis callada:
el pintor sueña el mar,
él lo hace navegar.
 
Y así,
los cuadros ya no cuelgan inmóviles en la pared:
respiran,
invitan,
y se convierten en destino.
 
Porque el arte,
cuando encuentra quien lo viva,
deja de ser inerte
y aprende a latir.
 



 
La vieja barca
 
La vieja barca de pescadores descansa varada en la playa como un recuerdo que el mar ha decidido no llevarse. Su madera, gastada por el salitre y las mareas, guarda las cicatrices de innumerables amaneceres y regresos. Bajo la luz plateada de la luna, parece cobrar una dignidad silenciosa, como si aún soñara con surcar las aguas que ahora la ignoran.
 
El faro, firme y eterno, la alumbra desde la distancia, marcando el pulso de la noche y guiando a los que aún se atreven a desafiar la oscuridad. Su luz gira con paciencia, rozando la barca en cada vuelta, recordándole que no está sola, que el mar y la tierra siguen dialogando a su alrededor.
 
Las gaviotas juegan junto a ella, ajenas al paso del tiempo. Revolotean, gritan, saltan sobre la arena húmeda, llevando vida al silencio nocturno. Para ellas, la barca no es pasado ni nostalgia, sino un refugio momentáneo, un escenario más en su juego eterno con el viento.
 
Y así, entre la luna, el faro y las gaviotas, la barca permanece inmóvil, testigo mudo de historias que ya no se cuentan, pero que siguen latiendo en la orilla, donde el mar susurra lo que la noche guarda.
 


 
UNIÓN 8 VÍDEOS
 
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Más barcos en el mar...



Canto de los navíos perdidos

Barcos de vela, hijos del viento,
de madera y fe clavadas en sal,
surcaban los siglos cuando el mundo
terminaba en espuma y oscuridad.

Iban cargados de nombres y sueños,
de manos ásperas y rezos sin voz,
creyendo domar al mar infinito
con cuerdas, estrellas y un timón.

Mas el cielo, traidor sin aviso,
se rasgaba en un grito de hierro y luz,
y nacía la tormenta violenta,
negra corona del mar en furia y cruz.

El viento aullaba como bestia antigua,
las olas alzaban murallas de muerte,
y el barco, tembloroso y pequeño,
crujía sabiendo que no era suficiente.

Se rompían los mástiles como huesos,
la vela se volvía sudario en la noche,
y el mar reclamaba, uno por uno,
los cuerpos, los gritos, los nombres.

No hubo puerto, ni faro, ni mañana.
Solo el abismo tragando su botín.
El océano cerró sus labios salados
sobre un silencio que aún quiere existir.

Yacen allí, bajo siglos de agua,
capitanes, marineros y oración,
convertidos en eco, en sombra, en leyenda,
en sal que recuerda su perdición.

Porque navegar fue siempre un desafío
contra dioses de espuma y tempestad,
y cada barco hundido es un poema
que el mar escribe sin piedad.







 
A todos los marineros

A vosotros, marineros del mundo,
los que aún sentís la sal en la piel,
los que amanecéis con el horizonte
y confiáis la vida al vaivén.

Y a vosotros también, los ausentes,
los que no regresasteis al puerto,
los que sois nombre dicho en voz baja
y recuerdo anclado en el pecho.

El mar os conoce a todos:
a los vivos, al cansancio y al valor;
a los que luchan contra la tormenta
y a los que duermen bajo su rumor.

Habéis leído las estrellas rotas,
habéis hablado con vientos sin ley,
sabéis que la noche no tiene promesas
y que el miedo también es timón y fe.

Unos regresáis con manos vacías,
otros no volvéis jamás a pisar tierra,
pero todos dejáis en la espuma
la huella profunda de vuestra guerra.

Que el faro os cuide cuando estáis lejos,
que el alba os nombre al llegar,
y que el mar sea leve con los que yacen
en su oscuro y eterno altar.

Porque el mundo flota gracias a vosotros,
a vuestro pulso, sudor y sal,
marineros de hoy, de ayer, de siempre,
hermanos del mar inmortal.





 
UNIÓN 15 VÍDEOS
 
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