José
Bando Nacional
Todavía escucho el estruendo de la artillería, como si las piedras del Alcázar siguieran temblando bajo mis botas. Soy José, soldado del bando nacional, condenado a vagar entre las ruinas de lo que una vez fue orgullo y fortaleza. Sobre mis hombros pesa el recuerdo de la victoria amarga, teñida de sangre y cenizas. Veo Toledo, mi Toledo, quebrada como un cántaro roto. La pólvora nos envolvía, y mientras el humo ascendía, también ascendían las almas de mis camaradas.
Ahora soy solo sombra. Recorro los pasillos derruidos del Alcázar y cada sala me devuelve los gritos de los sitiados, las plegarias de las familias atrapadas, los ojos de los heridos que se apagaban sin esperanza. Pedro
Bando Republicano
Yo soy Pedro, miliciano republicano. También camino, también sufro. Aquí me tienes, José, aunque fuimos enemigos en vida, compartimos en la muerte el mismo suplicio. El Alcázar me recuerda la desesperación de los míos, los días interminables de asedio, el clamor de las bombas que, aunque arrasaban muros, no pudieron doblegar voluntades.
Toledo no era ya ciudad, sino herida abierta. Sus iglesias derrumbadas, sus casas ardiendo, sus gentes escondidas entre ruinas, rezando porque la muerte pasara de largo. Nosotros creíamos luchar por el mañana, pero solo hallamos silencio y desolación.
Caminamos juntos, como espectros, entre las tumbas de los cementerios donde reposan quienes dieron todo y recibieron nada. Cruzo las hileras de cruces blancas, de nombres borrados por el tiempo. Allí no hay bandos, Pedro, allí solo hay hermanos caídos en una guerra que devoró a los hijos de una misma tierra.
Pedro
Bando Republicano
Lo mismo pienso cuando regreso a los búnkeres que aún sobreviven en las colinas. Sus muros húmedos guardan la respiración contenida, el miedo, los cánticos apagados de soldados que nunca volvieron a casa. Tú con tu uniforme polvoriento, yo con el mío deshilachado, caminamos por los campos de batalla que fueron regados con lágrimas y sangre.
El Alcázar, Pedro… lo defendimos como símbolo, como estandarte de nuestra causa. Pero en sus muros quedaron atrapados inocentes. Madres abrazadas a hijos, ancianos que ya no podían huir. El precio de la resistencia fue demasiado alto.
Pedro
Bando Republicano
Y el precio del asedio no fue menor. Yo vi a compañeros consumirse en la fiebre, vi a muchachos que aún no sabían afeitarse morir cerca de sus ruinas, convencidos de que el sacrificio traería justicia. Pero la justicia nunca llegó. Solo quedó la desolación.
Ahora recorremos juntos las calles de Toledo, y sus piedras nos miran con indiferencia. El puente de Alcántara, el Tajo que sigue fluyendo como si no hubiese visto la sangre teñir sus aguas. Todo permanece, salvo nosotros, atrapados en un bucle eterno, recordando la guerra que devoró a nuestra patria.
Somos voces apagadas que aún resuenan en las murallas. Nadie nos escucha, salvo el viento que arrastra las memorias de los que sufrimos aquí. Tú y yo, José, enemigos en la batalla, compañeros en la condena.
Quizá ese sea el destino de nuestras almas errantes: dar testimonio. Recordar que Toledo no solo fue símbolo de resistencia o de asedio, sino tumba compartida de un pueblo que se enfrentó a sí mismo.
Que escuchen nuestras voces quienes visitan el Alcázar, quienes pisan las piedras de la ciudad devastada. Que comprendan que no hubo vencedores ni vencidos, solo muertos, solo sombras.
Bando Nacional
Todavía escucho el estruendo de la artillería, como si las piedras del Alcázar siguieran temblando bajo mis botas. Soy José, soldado del bando nacional, condenado a vagar entre las ruinas de lo que una vez fue orgullo y fortaleza. Sobre mis hombros pesa el recuerdo de la victoria amarga, teñida de sangre y cenizas. Veo Toledo, mi Toledo, quebrada como un cántaro roto. La pólvora nos envolvía, y mientras el humo ascendía, también ascendían las almas de mis camaradas.
Ahora soy solo sombra. Recorro los pasillos derruidos del Alcázar y cada sala me devuelve los gritos de los sitiados, las plegarias de las familias atrapadas, los ojos de los heridos que se apagaban sin esperanza.
Legionario - Miliciano
Bando Republicano
Yo soy Pedro, miliciano republicano. También camino, también sufro. Aquí me tienes, José, aunque fuimos enemigos en vida, compartimos en la muerte el mismo suplicio. El Alcázar me recuerda la desesperación de los míos, los días interminables de asedio, el clamor de las bombas que, aunque arrasaban muros, no pudieron doblegar voluntades.
Toledo no era ya ciudad, sino herida abierta. Sus iglesias derrumbadas, sus casas ardiendo, sus gentes escondidas entre ruinas, rezando porque la muerte pasara de largo. Nosotros creíamos luchar por el mañana, pero solo hallamos silencio y desolación.
Caminamos juntos, como espectros, entre las tumbas de los cementerios donde reposan quienes dieron todo y recibieron nada. Cruzo las hileras de cruces blancas, de nombres borrados por el tiempo. Allí no hay bandos, Pedro, allí solo hay hermanos caídos en una guerra que devoró a los hijos de una misma tierra.
Soldado Moro de la guardia - Alférez de aviación
Pedro
Bando Republicano
Lo mismo pienso cuando regreso a los búnkeres que aún sobreviven en las colinas. Sus muros húmedos guardan la respiración contenida, el miedo, los cánticos apagados de soldados que nunca volvieron a casa. Tú con tu uniforme polvoriento, yo con el mío deshilachado, caminamos por los campos de batalla que fueron regados con lágrimas y sangre.
José
Bando Nacional
Bando Nacional
El Alcázar, Pedro… lo defendimos como símbolo, como estandarte de nuestra causa. Pero en sus muros quedaron atrapados inocentes. Madres abrazadas a hijos, ancianos que ya no podían huir. El precio de la resistencia fue demasiado alto.
General del Ejército Nacional - Comisario de Brigada
Pedro
Bando Republicano
Y el precio del asedio no fue menor. Yo vi a compañeros consumirse en la fiebre, vi a muchachos que aún no sabían afeitarse morir cerca de sus ruinas, convencidos de que el sacrificio traería justicia. Pero la justicia nunca llegó. Solo quedó la desolación.
José
Bando Nacional
Bando Nacional
Ahora recorremos juntos las calles de Toledo, y sus piedras nos miran con indiferencia. El puente de Alcántara, el Tajo que sigue fluyendo como si no hubiese visto la sangre teñir sus aguas. Todo permanece, salvo nosotros, atrapados en un bucle eterno, recordando la guerra que devoró a nuestra patria.
Somos voces apagadas que aún resuenan en las murallas. Nadie nos escucha, salvo el viento que arrastra las memorias de los que sufrimos aquí. Tú y yo, José, enemigos en la batalla, compañeros en la condena.
José
Bando Nacional
Bando Nacional
Quizá ese sea el destino de nuestras almas errantes: dar testimonio. Recordar que Toledo no solo fue símbolo de resistencia o de asedio, sino tumba compartida de un pueblo que se enfrentó a sí mismo.
Pedro
Bando Republicano
Bando Republicano
Que escuchen nuestras voces quienes visitan el Alcázar, quienes pisan las piedras de la ciudad devastada. Que comprendan que no hubo vencedores ni vencidos, solo muertos, solo sombras.
José y Pedro (a una voz)
Somos los espectros de la Guerra Civil, guardianes de Toledo, condenados a recordar para que otros no repitan.
Somos los espectros de la Guerra Civil, guardianes de Toledo, condenados a recordar para que otros no repitan.
Oficial Republicano - Teniente de la Guardia Civil
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