viernes, 12 de septiembre de 2025

Sombras en las campanas de la Catedral de Toledo



Sombras en las campanas de la Catedral de Toledo
 
Dicen que, al caer la noche, cuando la ciudad imperial duerme bajo el manto del Tajo, la torre de la Catedral se convierte en un reino de sombras. Allí, suspendidas entre el cielo y la piedra, las campanas parecen tener vida propia.
 
La Campana Gorda, con sus 17 toneladas de bronce agrietado, guarda un silencio imponente. Pero los toledanos más viejos murmuran que, en noches de viento, su grieta vibra como si quisiera volver a sonar, y que un eco profundo se escapa por las vidrieras rotas hace siglos, un eco que no pertenece al presente.

 
Los cronistas afirmaron que, cuando tañó por primera vez en 1755, no solo estallaron cristales y muros, sino que algo más se quebró: el límite entre este mundo y el otro. Aseguran que aquel repique atrapó las almas de quienes murieron bajo su vibración, y que sus voces quedaron presas en el bronce.
 
Subir a la torre en la oscuridad es sentirlo: un murmullo que no viene del viento, un susurro que se enreda en las escaleras de caracol. Algunos juran haber visto sombras translúcidas entre las cuerdas y badajos, figuras que se mecen al compás de un repique inexistente.
 
 
Se dice que, si te atreves a colocarte justo bajo la Campana Gorda, puedes escuchar susurros en lenguas olvidadas: oraciones, lamentos, promesas incumplidas. Voces que claman desde el bronce porque quedaron atrapadas allí, como ecos petrificados del pasado.
 
¿Por qué siguen allí…?
 
Los más piadosos creen que aguardan el día en que la campana vuelva a sonar para liberarse. Otros, más sombríos, aseguran que no quieren marcharse, que Toledo, con su magia y su misterio, se convirtió en su condena eterna.
 
Y así, cada medianoche, cuando el reloj de la Catedral marca las horas y el eco de las campanas menores se expande por la ciudad, las sombras regresan al bronce. Y Toledo recuerda que sus campanas no solo llaman a misa o a fiesta: también son guardianas de un secreto insondable, resonancias de almas que nunca lograron abandonar la torre.
 
 
Sabías que...
 
La Campana Gorda (1753)
 
Fue fundida en Toledo, por el maestro Alejandro Gargallo, en un taller instalado junto a la propia Catedral, porque era imposible transportarla desde otro sitio debido a su tamaño (más de 17 toneladas).
 
Tras fundirse, se izó con un complicado sistema de rampas y poleas hasta la torre sur (la del Reloj).
 
Otras campanas medievales
y renacentistas
 
Muchas campanas anteriores fueron fundidas en talleres de campaneros toledanos, que trabajaban en las inmediaciones de la Catedral.
 
Algunas, sobre todo en los siglos XVI y XVII, proceden de fundidores itinerantes que se desplazaban a Toledo, instalaban su horno cerca del templo y fundían allí mismo las piezas para evitar los problemas de transporte.
 

 
Campanas centenarias
 
Algunas campanas datan de los siglos XV y XVI, y se siguen utilizando hoy en día.
 
Una de las más antiguas es conocida como “La Calderona”, vinculada a la época de los Reyes Católicos.
 
San Juan y El Ángel: del siglo XVII.
 
San Joaquín y Santa Leocadia: del XVIII.
 
La Ascensión: siglo XVI.
Cada una marcaba un momento clave: misas, procesiones, fiestas, emergencias o lutos.
 
El “eco de Toledo”
 
Durante siglos, se decía que las campanas podían oírse en pueblos lejanos de La Mancha.
 
Los campesinos ajustaban sus labores con el sonido que llegaba desde la Catedral.
 
El reloj y las campanas
 
La torre del reloj de la Catedral tenía un papel clave en la vida urbana: regulaba la entrada y salida de la ciudad, mercados y hasta toques de queda.
 
Cada campana tenía su función: litúrgica, festiva, de aviso (incendios, guerras, epidemias).
 
 
Curiosidades acústicas
 
Algunas campanas se tocan de manera manual con volteo completo, otras sólo a medio vuelo.
 
La mezcla de sus tañidos está pensada para que el sonido se propague de forma armónica por toda Toledo, aprovechando su orografía.
 
Leyendas y misterios
 
Se cuenta que algunas campanas repicaban solas en noches señaladas, como anuncio de desgracias o cambios históricos.
 
Otra tradición dice que los sonidos de la Catedral tenían un poder casi místico, capaces de “bendecir” el aire de Toledo.
 
 
David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla - La Mancha
Informador Turístico
 (N° Reg. EXP/ITL/RDM-0019)
Guía de Montaña


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