Hoy, la magia de dar movimiento a esas imágenes nos permite asomarnos a un pasado que creíamos inmóvil. Como si el tiempo, por un segundo, nos dejara volver a estar allí: en una plaza de la provincia de Toledo, en un patio lleno de verano, en una fiesta de pueblo donde resonaban risas que creíamos olvidadas.
Son pequeños milagros modernos que despiertan grandes nostalgias antiguas. Porque cada foto que vuelve a moverse no solo revive un recuerdo… revive una parte de nosotros.
Se puso el abrigo, tomó el reloj entre las manos —aquellas manos que habían cargado hijos, herramientas, historias— y salió rumbo a Los Cantos Gordos. Hacía décadas que no caminaba hasta aquellas rocas, donde de joven se reunía con sus amigos para hablar del futuro con la insolencia alegre de quien cree tener todo el tiempo del mundo.
Al llegar, el viento le trajo risas que ya solo vivían en su memoria. Dejó el reloj sobre la roca más grande y lo acarició, como se despide uno de un viejo compañero.
En el bajo de una vieja casa toledana, donde el frescor de la piedra vence al verano, se esconde una humilde bodega que huele a historia.
Desde su gran estreno, con el espectáculo nocturno "El Sueño de Toledo", el parque se ha convertido en un referente cultural. Allí, más de 200 actores reviven 1.500 años de historia: visigodos, caballeros medievales, la Reconquista, el Siglo de Oro… todo pasa ante los ojos del público con una espectacularidad digna de las más ambiciosas puestas en escena.
Pero la magia de Puy du Fou no termina cuando llega la noche. En sus 30 hectáreas —rodeadas por la naturaleza de Toledo— se desarrollan ocho espectáculos durante el día, acompañados por cinco poblados históricos, donde artesanos, jinetes, aves y cientos de trajes cuentan pequeñas historias vivas.
Además, Puy du Fou no es solo un espectáculo: es un homenaje a la cultura española. Allí desfilan figuras como El Cid, Cristóbal Colón, Lope de Vega o Abderramán III, y cada número tiene un pulso propio, una emoción única.
Y no se queda en lo artístico: el parque ha sido reconocido con premios internacionales que avalan su excelencia. Cada visitante que entra por sus puertas sale con los ojos brillando, con el corazón lleno y con una forma más viva de entender parte de lo que somos.
En definitiva, Puy du Fou en Toledo es un parque diferente, porque no busca solo entretener: quiere emocionar, enseñar y unir generaciones a través de la historia. Y lo consigue con creces.
Mujer de Carboncillo en la Luna
Sobre la luna dibujada, quieta y serena,
descansa una mujer hecha de sombras suaves,
de trazos que el carboncillo volvió eternos,
como sus sueños que flotan entre nubes y mares.
Sus pies cuelgan del borde plateado,
rozando el silencio de un cielo infinito,
mientras su mirada, perdida en la noche,
parece escuchar un antiguo susurro bendito.
El artista la creó con líneas frágiles,
pero ella sostiene el firmamento entero;
tan ligera como un pensamiento,
tan fuerte como un deseo sincero.
Y así permanece, mujer-luna, mujer-sueño,
sentada donde solo habita la calma,
recordándonos que a veces basta un trazo
para elevar al cielo lo que nace del alma.












































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