domingo, 30 de marzo de 2025

Me llamo Talavera de la Reina... y he sido testigo de conquistas, guerras, hambre y abandono

Me llamo Talavera de la Reina... y he sido testigo de conquistas, guerras, hambre y abandono
 

Me llamo Talavera de la Reina. Respiro a través de mis calles, lloro con el Tajo que me atraviesa y sueño con los recuerdos de tiempos que, aunque distantes, siguen vivos en mi memoria de piedra y barro.

He sido testigo de conquistas, guerras, hambre y abandono. Y aún así, aquí sigo, contando mi historia a quien quiera escucharla.

Mis primeros llantos se remontan a la época en la que los romanos me pisaron con sus sandalias. Me convirtieron en un lugar de paso, en un cruce de caminos donde comerciantes y soldados descansaban. Pero la prosperidad es efímera, y cuando su imperio cayó, fui pasto de invasiones y saqueos.

 
En la Edad Media, los musulmanes me hicieron suya y embellecieron mis plazas y murallas. Pero mi destino era inestable. Vinieron los cristianos con su Reconquista, y en sus luchas se llevaron muchas vidas, dejando mi suelo regado de sangre. A pesar de todo, mis cerámicas, mis oficios y mis gentes persistieron.
 
Llegó la época dorada, cuando los Reyes Católicos y sus sucesores me reconocieron por mis azulejos y mi artesanía. Pero la gloria dura poco. Las guerras convirtieron mis campos en campos de batalla. 
 
La Guerra de la Independencia trajo consigo el horror: franceses y españoles combatieron entre mis muros, y mis hijos murieron en enfrentamientos crueles.

 
El siglo XIX fue aún más duro. El hambre y las enfermedades se apoderaron de mis calles. Y cuando pensé que el siglo XX me traería consuelo, la Guerra Civil desgarró mis entrañas. Familias separadas, edificios destruidos, vidas apagadas por el fuego de la violencia.
 
La industrialización me prometió un futuro mejor, pero el Tajo, mi viejo amigo, comenzó a enfermar. Mis aguas, antes cristalinas, se convirtieron en veneno por la contaminación y el olvido. El trasvase lo dejó seco, y con él se llevaron mi voz, la voz de la vida que en sus riberas florecía...
 
 
Hoy, aunque mis heridas aún duelen, me resisto a rendirme. Mis gentes siguen luchando, restaurando mi memoria, dándome esperanza. Mis calles aún conservan ecos de risas, mis cerámicas siguen contando historias, y el Tajo, aunque enfermo, aún canta su canción. Porque yo soy Talavera, y mientras haya quien me ame, mi historia no morirá
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David Miguel Rubio
Promotor Turístico en Castilla-La Mancha
Guía de Montaña


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